La economía estadounidense, que representa el 26% del PIB mundial, está funcionando bien pero enfrenta desafíos como la inflación, el bajo empleo y riesgos de recesión.
La economía estadounidense, a menudo considerada una de las más grandes y dinámicas del mundo, tiene una historia marcada por la innovación, la adaptación y la influencia global. En los últimos dos siglos, ha evolucionado de una economía fundamentalmente agraria a una potencia industrial y, más recientemente, a una fuerza líder en tecnología y servicios. Estados Unidos no sólo ha sido un modelo de crecimiento económico, sino que también ha marcado tendencias que han dado forma a las prácticas e instituciones económicas globales.
A partir de 2024, la economía estadounidense seguirá ejerciendo una influencia significativa en los mercados globales, con un PIB que representa una parte sustancial de la producción total mundial, respaldada por una economía diversificada que abarca todo, desde la tecnología y las finanzas hasta la manufactura y la agricultura.
En este artículo, analizaremos en profundidad la historia, las industrias clave y el estado actual de la economía estadounidense. Desde su crecimiento inicial después de la independencia hasta su condición de líder mundial en la actualidad, exploraremos los sectores que impulsan su fortaleza económica y los desafíos que enfrenta en el panorama moderno.
Antecedentes históricos de la economía de Estados Unidos
En 1783, Estados Unidos salió victorioso de la Guerra de la Independencia, se independizó de Gran Bretaña y marcó el comienzo de un nuevo capítulo en su desarrollo económico. Aunque en los primeros años de la independencia la economía estadounidense estaba en pañales, el país encontró rápidamente su equilibrio gracias a sus ricos recursos naturales y a la expansión de sus mercados. Al aprovechar sus vastas tierras y su riqueza mineral, Estados Unidos sentó las bases de una economía llena de potencial.
A mediados del siglo XIX, en particular después de que la Guerra Civil terminara en 1865, la economía estadounidense experimentó una transformación significativa. El período de reconstrucción de posguerra marcó un cambio de una economía agraria a una impulsada por la industrialización. El rápido auge de las fábricas y los ferrocarriles estimuló la productividad industrial y aceleró la urbanización, lo que ayudó a que Estados Unidos evolucionara hacia una economía moderna e industrializada liderada por las ciudades.
En 1913, el sistema financiero estadounidense alcanzó un hito clave con la creación de la Reserva Federal. Este acontecimiento marcó la maduración formal del sistema financiero del país. La creación del Sistema de la Reserva Federal (FED) proporcionó estabilidad mediante políticas monetarias sólidas, mejoró la supervisión financiera y mejoró la capacidad de la economía para hacer frente a las fluctuaciones económicas. Esta sólida base permitió a Estados Unidos ocupar su lugar como actor principal en el escenario económico mundial.
Aunque las predicciones de principios del siglo XX sugerían que potencias como el Reino Unido, Rusia, Estados Unidos y Alemania dominarían la estructura de poder mundial, las guerras mundiales y la ola de globalización alteraron este panorama. Tanto las guerras mundiales como los cambios posteriores en el poder mundial permitieron que Estados Unidos pasara rápidamente de ser una gran nación industrial a convertirse en el centro económico del mundo. Con su formidable fuerza económica, innovación tecnológica e infraestructura financiera, Estados Unidos pronto se convirtió en el líder de la economía mundial, influyendo tanto en los sistemas financieros mundiales como en la dinámica política.
En la Primera Guerra Mundial, que estalló en 1914, Estados Unidos adoptó inicialmente una postura neutral hasta 1917, cuando entró oficialmente en el conflicto. Después de la guerra, Estados Unidos adoptó una política aislacionista, limitando su participación en los asuntos internacionales y provocando que la participación del comercio internacional en el PIB cayera a su nivel más bajo en la historia. Esta política reflejaba la concentración del país en los asuntos internos y un relativo desapego de los asuntos globales. Sin embargo, este aislacionismo duró poco, ya que el cambiante panorama mundial y el inicio de la Segunda Guerra Mundial obligaron a Estados Unidos a reevaluar su estrategia internacional.
La Segunda Guerra Mundial transformó radicalmente el orden económico y político mundial. Durante el conflicto, Estados Unidos demostró una capacidad manufacturera excepcional y se convirtió en un apoyo crucial para los aliados. Después de la guerra, Estados Unidos desplazó rápidamente al Reino Unido como superpotencia dominante del mundo y el dólar reemplazó a la libra como principal moneda mundial. Esta era marcó el establecimiento del liderazgo de Estados Unidos en el sistema económico mundial y la reestructuración de las estructuras financieras internacionales.
En 1944 se estableció el sistema de Bretton Woods, que vinculó el dólar al oro y lo convirtió en la principal moneda internacional, junto con otras monedas vinculadas al dólar. Este acuerdo colocó al dólar en el centro de la economía mundial y respaldó la recuperación económica de Estados Unidos después de la guerra. Aunque el sistema terminó en la década de 1970 debido a las presiones económicas, el dólar mantuvo su posición como moneda principal del mundo y sigue desempeñando un papel fundamental en las finanzas globales.
Al entrar en el siglo XXI, la aceleración de la globalización acercó las economías internacionales y los mercados financieros. El ascenso de China consolidó aún más la posición dominante de Estados Unidos en la economía global. El crecimiento económico de China no sólo estimuló el comercio y la inversión globales, sino que también fortaleció los vínculos entre Estados Unidos y otras economías importantes, impulsando la influencia del dólar en el escenario global. Este período de globalización, junto con el ascenso de China, ha permitido a Estados Unidos mantener su papel crucial en las finanzas y la economía internacionales, al tiempo que presenta nuevos desafíos y oportunidades.
En conclusión, Estados Unidos alcanzó rápidamente prominencia mundial gracias a los beneficios obtenidos en tiempos de guerra, una política monetaria acertada y la globalización. Las transiciones industriales exitosas y la vasta acumulación de capital consolidaron su liderazgo. Sin embargo, las consecuencias de la expansión fiscal y monetaria, el problema actual de un aterrizaje suave y la falta de confianza pública en las perspectivas económicas contribuyen a las incertidumbres que rodean el futuro de la economía estadounidense.
Los sectores clave de la economía de EE.UU.
En 2023, la economía estadounidense demostró una resiliencia inesperada, impulsada en gran medida por un sólido gasto de los consumidores. A pesar de los desafíos que plantearon las crecientes tasas de interés, los consumidores estadounidenses siguieron gastando con fuerza, lo que brindó un apoyo vital al crecimiento económico. Este gasto de consumo sostenido no solo impulsó la actividad económica, sino que también ayudó a estabilizar el desempeño económico general, asegurando una expansión continua.
Estados Unidos alberga el mayor mercado de consumo del mundo, que es el principal motor de su crecimiento económico. El sector de servicios es el núcleo de la economía estadounidense y representa más del 80% del PIB. Este amplio sector incluye las finanzas, la atención sanitaria, la educación, el comercio minorista, la tecnología de la información y el entretenimiento, y cada uno de ellos desempeña un papel crucial en el impulso de la actividad económica.
Entre ellos, las finanzas y la tecnología se destacan por su influencia y su alcance global. Estados Unidos no sólo es el centro de los servicios financieros y la innovación tecnológica a nivel mundial, sino que también alberga a algunas de las empresas más importantes del mundo, como Apple, Google y Goldman Sachs, que tienen una presencia dominante en los mercados globales.
La estructura de la economía estadounidense depende en gran medida de un sistema de libre mercado, un marco financiero bien desarrollado y un sector tecnológico pujante. Mientras que el gobierno federal supervisa los impuestos y el gasto público, la Reserva Federal opera de manera independiente y gestiona la oferta monetaria. Esta división ha dado lugar a un panorama político complejo. Por ejemplo, las decisiones actuales de la Reserva Federal sobre las tasas de interés han suscitado un debate considerable, especialmente en relación con las próximas elecciones presidenciales.
Estados Unidos siempre ha estado a la vanguardia de la innovación tecnológica, en particular en campos como la tecnología de la información, la biotecnología y la energía limpia. Silicon Valley sigue siendo el epicentro mundial del desarrollo tecnológico, atrayendo tanto inversiones como talento. El liderazgo del país en estas áreas, especialmente en TI, biotecnología e inteligencia artificial, no solo impulsa el crecimiento económico sino que también atrae importantes inversiones globales.
Si bien los servicios dominan la economía estadounidense, el sector manufacturero sigue desempeñando un papel fundamental. El sector manufacturero del país abarca industrias como la aeroespacial, la automotriz, la de maquinaria, la electrónica y la química. Si bien la participación del sector manufacturero en el PIB ha disminuido, sigue siendo un motor clave de la innovación y la producción de alto valor, en particular en tecnologías avanzadas.
La industria manufacturera estadounidense se distingue por su énfasis en productos de alta tecnología y alto valor, especialmente en los sectores aeroespacial, electrónico y automotriz. Estas industrias no solo contribuyen al avance tecnológico, sino que también influyen en la estructura económica y la competitividad global de los EE. UU. A pesar del predominio de los servicios, la innovación y los productos de alta gama del sector manufacturero siguen siendo esenciales para el crecimiento a largo plazo y la competitividad internacional de la economía estadounidense.
Estados Unidos es también uno de los mayores productores agrícolas del mundo, con exportaciones significativas de productos básicos como maíz, soja, trigo, carne de vacuno y de cerdo. Aunque la agricultura contribuye con una proporción menor del PIB, sigue siendo vital para las exportaciones estadounidenses y la economía rural.
Como uno de los mayores productores de energía del mundo, Estados Unidos ha logrado avances notables en los sectores del petróleo y el gas. Las tecnologías revolucionarias en la extracción de petróleo y gas de esquisto han transformado a Estados Unidos de un importador neto de energía a un exportador neto, lo que ha tenido un profundo impacto en los mercados energéticos mundiales. La producción energética de Estados Unidos no sólo satisface la demanda interna, sino que también tiene una influencia considerable en los mercados internacionales, influyendo en los precios mundiales de la energía y fortaleciendo su posición estratégica en las cadenas de suministro de energía mundiales.
En conclusión, la economía estadounidense está muy diversificada, con el sector de servicios como eje central, mientras que la industria manufacturera, la agricultura, la energía y la innovación tecnológica también desempeñan papeles vitales. Los principales motores de la actividad económica son el gasto de consumo y los servicios, mientras que la industria manufacturera y el progreso tecnológico siguen siendo esenciales para las mejoras estructurales y el crecimiento a largo plazo.
Estado actual y tendencias de la economía de EE.UU.
La economía estadounidense se encuentra en una encrucijada en 2024, mostrando tanto resiliencia como vulnerabilidad en un contexto de inflación creciente, tensiones geopolíticas y cambios en la dinámica del comercio mundial. Si bien en los últimos años se ha producido una recuperación de los efectos de la pandemia, la economía se está desacelerando y el crecimiento se está moderando. El papel de la Reserva Federal, el control de la inflación y los cambios en el mercado laboral son factores críticos.
Además, la posibilidad de un segundo mandato de Donald Trump (a menudo llamado "Trump 2.0") podría redefinir significativamente la dirección de las políticas económicas en los próximos años. La economía estadounidense ha experimentado una importante recuperación tras la recesión inducida por la pandemia, pero se espera que el crecimiento se desacelere a alrededor del 2% en 2024. Esta desaceleración puede atribuirse al impacto de las políticas de ajuste monetario de la Reserva Federal, el aumento de las tasas de interés y las interrupciones de la cadena de suministro global.
Si Trump vuelve a la presidencia, su estrategia económica —centrada en la desregulación, los recortes impositivos y la promoción de la industria manufacturera estadounidense— podría impulsar el crecimiento económico a corto plazo, aunque la sostenibilidad a largo plazo de esta estrategia sigue siendo incierta. El cambio de política podría conducir a cambios en la política fiscal, que pueden afectar el gasto público y la inversión empresarial.
La inflación sigue siendo un desafío clave para la economía estadounidense, a pesar de los importantes esfuerzos de la Reserva Federal para controlarla. En 2022 alcanzó un máximo de 40 años y se ha estabilizado en torno al 4% a fines de 2023. La respuesta de la Fed ha sido una serie de alzas de las tasas de interés, que han contribuido a aumentar los costos de endeudamiento en toda la economía. Sin embargo, las políticas de Trump, si regresa al cargo, pueden buscar reducir estas tasas de interés o centrarse en políticas que estimulen el crecimiento a través de recortes de impuestos y desregulación. Esto podría ayudar a reducir los costos en algunos sectores, pero también corre el riesgo de volver a impulsar la inflación, dependiendo del equilibrio de su estímulo fiscal propuesto.
El mercado laboral estadounidense sigue siendo sólido, con un bajo desempleo y salarios en aumento en ciertos sectores como la atención médica y la tecnología. Sin embargo, el cambio hacia el trabajo remoto e híbrido continúa transformando las industrias. Si prevalece la visión económica de Trump, un enfoque en impulsar la manufactura nacional a través de incentivos y recortes de impuestos puede resultar en la creación de empleo en industrias tradicionales, especialmente en la manufactura y la energía.
Sin embargo, existen preocupaciones sobre cómo la automatización, las políticas comerciales y el crecimiento salarial afectarán a los trabajadores de los sectores más tradicionales. Una administración "Trump 2.0" podría centrarse en recuperar empleos en Estados Unidos mediante políticas proteccionistas, que pueden enfrentar desafíos para equilibrar el crecimiento económico y el desplazamiento de trabajadores.
El gasto de los consumidores ha sido una de las fuerzas impulsoras de la economía estadounidense, pero con las presiones inflacionarias y el aumento de las tasas de interés, la confianza de los consumidores está fluctuando. Las personas con ingresos altos siguen impulsando el gasto en artículos de lujo, pero muchos hogares de ingresos medios están sintiendo la presión de los costos más altos. En este entorno, el enfoque de Trump en la reducción de impuestos y la promoción del crecimiento empresarial podría ayudar a impulsar la confianza de los consumidores y el ingreso disponible, pero también podría profundizar la desigualdad de ingresos, lo que puede crear desafíos económicos a largo plazo. El comportamiento de los consumidores en el próximo año probablemente estará influido por el clima político y las políticas económicas de la administración actual o futura.
El comercio es un área clave para la economía estadounidense, y las relaciones cambiantes con China, Europa y otras potencias mundiales influyen en la dinámica del mercado. La estrategia de Trump para el comercio mundial se ha caracterizado por el proteccionismo, con aranceles a los productos chinos y un enfoque en la repatriación de empleos en el sector manufacturero.
Una administración "Trump 2.0" podría intensificar aún más las tensiones comerciales, en particular con China, lo que podría afectar a la economía estadounidense en general. Estas políticas podrían llevar a precios más altos para ciertos bienes, en particular los productos electrónicos y otros productos importados. Sin embargo, Trump también podría buscar nuevos acuerdos comerciales que beneficien al sector manufacturero estadounidense, lo que podría estimular el crecimiento en algunos sectores.
Es probable que los sectores tecnológico y de energía limpia desempeñen un papel crucial en el crecimiento económico futuro de Estados Unidos. El enfoque de la administración Biden en la energía verde y la infraestructura ha llevado a un aumento de la inversión en energía renovable. Sin embargo, la agenda económica de Trump puede priorizar la independencia energética mediante el aumento de la producción de combustibles fósiles y un enfoque en la desregulación, lo que podría entrar en conflicto con las inversiones de Biden en energía limpia. Este contraste podría influir en la dirección de la innovación tecnológica y el desarrollo de infraestructura en Estados Unidos.
Bajo el liderazgo de Trump, el impulso a la producción energética interna y a los mercados desregulados podría estimular el crecimiento a corto plazo de la energía y las industrias tradicionales, pero también podría retrasar la transición hacia soluciones energéticas más sostenibles y a largo plazo.
El mercado inmobiliario de Estados Unidos enfrenta desafíos debido al aumento de las tasas de interés, que ha desacelerado las ventas de viviendas y reducido la asequibilidad. Los precios de las viviendas siguen siendo altos, especialmente en las áreas urbanas, y el mercado de alquiler está experimentando un aumento de la demanda. La estrategia de Trump para la economía, que puede incluir incentivos fiscales para los compradores de viviendas o cambios en las regulaciones de vivienda, podría influir en el mercado. Sin embargo, si las tensiones comerciales o las presiones inflacionarias continúan, el mercado inmobiliario puede permanecer moderado a pesar de estos posibles cambios de política. El futuro del sector de la vivienda dependerá de cómo evolucionen tanto las políticas económicas como las tasas de interés en el próximo año.
A medida que la economía estadounidense avanza hacia 2024, se enfrenta a una combinación de desafíos y oportunidades. Las políticas de la Reserva Federal sobre inflación, tasas de interés y crecimiento económico desempeñarán un papel central, pero la posibilidad de una presidencia de "Trump 2.0" podría reconfigurar significativamente el panorama económico. El énfasis de Trump en la desregulación, los recortes impositivos y el proteccionismo comercial podría estimular el crecimiento a corto plazo, en particular en los sectores manufacturero y energético, pero también puede introducir riesgos a largo plazo, en particular en términos de desigualdad de ingresos y relaciones comerciales. En última instancia, la dirección de la economía dependerá del equilibrio de estos factores y de cómo las empresas, los consumidores y los responsables de las políticas respondan a los desafíos actuales y futuros.
Tema | Situación actual | Tendencias y desafíos |
Desempeño económico | 26% del PIB mundial, fuerte | Crecimiento más lento, riesgo de recesión |
Consumo y servicios | Fuerte gasto | Dependiente del gasto y de los servicios |
Fabricación y tecnología | Competitivo, innovador | La tecnología impulsa el crecimiento |
Inflación y empleo | IPC alto, desempleo en aumento | Inflación y problemas en el mercado laboral |
Política de la Reserva Federal | Se espera una política restrictiva y un recorte de tasas | Posibles ajustes |
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